lunes, 23 de junio de 2008

No hace falta estar loco ... pero ayuda


Un pequeño cartel destacaba por encima del resto. En él, en letras más o menos llamativas, la siguiente frase: "No hace falta estar loco para estar aquí ... pero ayuda". Podría pasar desapercibido, o no venir a cuento y quedarte pensando que demonios querrá venir a decir, pero hoy por hoy, perdido en la inmensidad de la naturaleza, sin ninguna conexión con "la civilización", por amor al arte ... bendita razón la del cartel!

No quiero insinuar que lo esté, igual así acabaríamos antes. Sólo quiero reflexionar sobre el sentido de la locura. A día de hoy, por loco calificamos a todo aquel que muestra un comportamiento diferente al resto, y que en muchas ocasiones no tiene explicación lógica. ¿Qué sentido tiene dejar todo y marchar lejos de toda comodidad? - Es que ya decía yo que era diferente. Ese chico está loco. ¿Y creer hasta el final en un ideal? - Hoy eso ya no se lleva; hace años que murieron las ideologías. Esa fulanita no iba por buen camino; hacía tiempo que sacaba pintas de poco cuerda.
Salirse del redil tiene su precio, pero la locura corre con los gastos. En su justo punto, ayuda a mantener la cabeza fría a la hora de escuchar al corazón y acalla físicas conciencias anquilosadas en lo "que dios manda". Por eso no es necesaria, pero no veas lo que ayuda.






No sé si conoce la frase, pero Pere Casaldaliga es digno reconocedor del significado que encierra. Obispo de Sao Felix de Araguaia, en la Amazonia brasileña, desde 1971, poeta y escritor, ha estado vinculado desde sus inicios a la Teología de la Liberación, encabezando una reforma de miras que pusiera su atención en los más necesitados. Esta inmensa labor, y sus años de lucha le han valido el calificativo de "obispo de los pobres", del cual en su absoluta humildad, no se siente merecedor.

Odiado por muchos, no entendido por los más, y escuchado con mucha atención por aquellos que creemos en lo que él cree, Casaldaliga es uno de esos "locos" que saben lo que cuesta "estar aquí". En 1977, latifundistas brasileños asesinaron al vicario de la diócesis de Sao Felix creyendo que éste era Pere.
No es fácil ser Pere en Brasil. Hacen falta más que ganas para alzar la voz como lo hace y lo ha hecho. ¿No es más que locura? Esa locura, tan poco valorada y tan peyorativamente calificada es la creencia utópica y esperanzada en que otro mundo es posible, y que otras iglesias son posibles.
Sabe que no hace falta estar loco, pero muy posiblemente sin esa locura, ahora no descansaría en Sao Felix rodeado de aquellos por los que mereció la pena alzar la voz. Los menos. Los pobres de la tierra.




Entre su obra poética, destaco la esencia de su mensaje. Casaldáliga, inundado por esa locura a la que pocos se atreven a dejar hueco, ha creído siempre en la colectividad de la humanidad. Quiere olvidarse de un "mio" o "tuyo", para centrarse exclusivamente en un "nosotros" como fuerza revolucionaria capaz de producir esa anhelada involución del sistema. Comunista le dicen algunos al escuchar sus palabras. Hombre. Y pobre.


LO MÍO Y LO TUYO

Porque esta rosa es mía,
la corto y me la llevo.

Porque esta rosa es tuya,
mustia te la devuelvo.

Y entre lo mío y lo tuyo,
sin rosas nos quedaremos.


EL TIEMPO Y LA ESPERA
Pedro CASALDÁLIGA

Editorial Sal Terrae, Santander 1986

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