martes, 4 de noviembre de 2008

Concepción Arenal

Las plazas de los pueblos no saben porque rendirle homenaje.

Las feministas la ensalzan, los socialistas la hacen ideóloga y los curas santa.



Tuvo que ser hombre para acudir a la universidad. El apretado corsé no dudó en acompañarla también en las tertulias madrileñas.

La cárcel fue su casa, y a gala lo llevó por toda Europa. Allá esperaban un hombre. "Sir" la recibían, aquí no la escuchaban. Como buena religiosa, creyó firmemente en la escuela laica, y ayudó con su esfuerzo al desarrollo de la Institución Libre de Enseñanza.




Decía ... (España, segunda mitad del siglo XIX)

a las mujeres: "es un error creer que vuestra misión es ser madres y esposas"

a los curas: "la religión no consiste en fórmula exteriores, en prácticas casi mecánicas"

a todo el mundo: "las cosas van muy mal, se dice en todas épocas y siempre con verdad. ¿Y cómo irían mejor?. Si en vez de echar la culpa a otro, cada cual examinara la parte que tiene en ella y la suprimiese."



Su obra sigue allí. En 1933, Victoria Kent, recien elegida diputada y directora general de las prisiones, continuando la labor de la gallega modernizó las cárceles y con el hierro de grilletes y barrotes le forjó una estatua. Aquí un homenaje.

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