domingo, 21 de septiembre de 2008

Decreciendo que es gerundio

Ya no es cosa de dos locos. Cada vez se escucha más, aunque sea en nuestros ambientes. Cada vez hay gente que se lo toma más en serio. ¿Por qué no nosotros también?



La apuesta por el decrecimiento surge como resultado de los cambios visibles que están aconteciendo en nuestro planeta y que remitiéndose a los datos científicos afirman que harían falta más de tres planetas Tierra para hacer frente a esta vorágine de consumo exacerbado. Como todo el mundo ya sabrá a estas alturas, es físicamente imposible conseguir dos planetas más, a sabiendas que el único que tenemos lo tenemos ya un poco "tocado", debido a lo cual desde diversos movimientos sociales se lleva tiempo animando a una nueva toma de conciencia que englobe más allá de nuestro propio consumo.
Se trata por lo tanto de un cambio en el estilo de vida, de las personas en singular en un primer momento, y de la sociedad a posteriori con el objeto de crear una sociedad del decrecimiento.


Sus argumentos van desde una transición menos brusca a un modelo más sencillo que tarde o temprano nos va a tocar vivir, hasta una apuesta por la sencillez en nuestras vidas, donde impere la crítica constructiva hacia nuestros actuales modelos de desarrollo con el fin de demostrarnos que no es allí donde radica el germen de nuestra felicidad. ¡Se puede vivir con menos! es la bandera que enarbolan, y cada vez un mayor número de mujeres y hombres se están encargando de demostrárnoslo, dándonos así al resto el impulso necesario para seguirles en un camino que ya adelantan no va a ser fácil. Acostumbrados al mundo del materialismo, donde todo se puede comprar y nuestra capacidad de frustración cada día va más en retroceso, crear una alternativa que apueste por estancar nuestro crecimiento se antoja cuanto menos titánica, que no imposible.




¡Reconozcamos la evidencia! El decrecimiento no vende.

Hoy, si algo vende, es porque no contiene ni un minúsculo ápice de revolucionario ni transformador. Hoy vende lo conservador, aunque sea disfrazado de un cierto tufo progre que cumple magistralmente su función de acallar conciencias. Es por ello que el mensaje que el decrecimiento quiere transmitir debe ser bien argumentado, para evitar caer en la hipocresía de aquellos que dicen pero luego no hacen.
Decrecer no debe significar dejar de crecer, sino priorizar un crecimiento interior por contra de un crecimiento, no exterior, sino hacia el exterior, propio de la cultura material imperante. No es una apuesta por el anquilosamiento de las mentes, que de golpe y porrazo se quedarán sin nada que innovar, sino todo lo contrario. Es un rejuvenecimiento del ingenio humano, que debe caer en la cuenta de que se puede construir una nueva sociedad que progrese con los recursos de los que disponemos, sin esa necesidad excluyente de acapar cada vez más y más.
Aquí está lo revolucionario de la idea. Y en su constante apuesta por la sencillez.



Como he dicho antes, existen ya un importante número de colectivos sociales que apuestan por este nuevo modelo de desarrollo. También han ido apareciendo economistas, sociológos, filósofos ... que se han encargado de ir desmitificando ciertos tabús con respecto a la idea de decrecer. En Catalunya, se puso en marcha hace cosa de un año un proyecto para dar a conocer la realidad del decrecimiento a la población llamado Temps de re-voltes. Posem en marxa el decreixement!. En la página web se puede encontrar el manifiesto al que nos podemos adherir, así como información más detallada sobre este modelo de desarrollo tan innovador.
Además, existe un libro publicado por la editorial Icaria con el título: "La apuesta por el decrecimiento. ¿Cómo salir del imaginario dominante?" del autor Serge Latouche, del cual se hace eco la Revista Activa Entrecavando.

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